miércoles, 17 de mayo de 2017

La ermita de San Frutos, una leyenda y algunos buitres.

Hoy, después de más de 10 años he vuelto a este extraordinario lugar. Estareis conmigo en que hay ciertos enclaves que tienen alrededor un halo de magia y misterio que hace entender en décimas de segundo el por qué hace siglos alguien decidió que era un lugar idóneo para la oración, la peregrinación, la meditación, etc…

Según iba andando me he dado cuenta de que el tiempo pasa extremadamente rápido, pero que en el fondo todo sigue igual. La ermita de San Frutos estaba igual, impasible al tiempo. El Duratón seguía corriendo al fondo del cañón y los visitantes seguían haciendo las mismas fotos. ¿Cuánta gente habrá pasado por aquí en los últimos 10 años? ¿cuantos hemos sentido la necesidad de volver? ¿quién habrá podido disfrutar de estas vistas en soledad? ¿de una puesta de sol? ¿de un amanecer?

Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Ermita de San Frutos y su inseparable Duratón
Realmente, es un lugar que trasmite una paz extraordinaria e invita a la contemplación. Sería estupendo tener la oportunidad de contemplar estas vistas durante un día entero. Ver como las tonalidades del paisaje van variando con el sol y se van desplazando con el pasar de las horas... y sólo pensar en volver cuando sientas que ha llegado el momento. Sin prisas, sin reloj...

Pero a día de hoy, esto está muy lejos de pasar, nuestras planificaciones están condicionadas a la paciencia y motivación que creamos en lo dos pequeños que llevamos con nosotros, por lo que hoy nos conformamos con un tranquilo paseo por la zona, pero nada de contemplación indefinida.

¿Cómo se llega hasta este bucólico lugar? 
Llegar no es difícil. Está bastante bien señalado si la primera desviación la tomas bien. Si vienes por la carretera SG-232 dirección Sepúlveda, un poco antes de entrar en el pueblo hay que desviarse a la derecha hacia Castrillo de Sepúlveda (SG-241). Después de unos 5 kilómetros durante los que vamos a poder disfrutar de una estupenda panorámica de Sepúlveda, tomamos una desviación hacia la izquierda. A partir de aquí ya viene bien indicado el Parque Natural de las Hoces del río Duratón o la Ermita de San Frutos.

Cuando ponemos el GPS y nos dice que desde Sepulveda, que dista tan solo 17 kilómetros nos va a llevar 30 minutos de viaje, no le encontramos el sentido, pero es que desde que abandonamos la SG-V-2418, tenemos unos 4 ó 5 kilómetros hasta el aparcamiento por un camino de arena muy uniforme, pero con algún que otro agujero y, si además llevamos un coche delante, la nube de polvo que levanta, nos hará reducir bastante la velocidad y mantenernos a distancia. 

Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Camino hacia San Frutos
Una vez aparcado el coche (41.326833, -3.869111) tenemos que seguir andando vayamos donde vayamos. Las posibilidades en la zona de Sepúlveda, tal y como indica el mapa informativo que encontraremos a la altura de la baliza (este, afortunadamente, sí que ha cambiado del que había hace 10 años), son varias, pero nuestra intención hoy es acercarnos hasta la Ermita de San Frutos y, si tenemos suerte, ver algún que otro buitre de los que sobrevuelan la zona. 


Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Camino hacia San Frutos
El camino de ida no llega a kilómetro y medio es casi todo cuesta abajo. Prácticamente desde el principio, nos va a permitir no perder de vista la ermita y poder deleitarnos con diferentes perspectivas de la misma junto a su inmejorable entorno. A unos 300 metros del inicio del camino, tenemos una pequeña señal que nos desvía a un mirador (41.326735, -3.873315) desde el que contemplar la ermita abrazada por su zigzageante Duratón. 

Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Panorámica desde el mirador


Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Panorámica desde el mirador
De aquí en adelante, ya no hay más miradores indicados, pero cualquier momento es bueno para acercarse al cortado de nuestra derecha y echar una mirada a este paisaje que no deja impasible a nadie. 

Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Vistas desde el cortado derecho
El de la izquierda no tiene vistas tan espectaculares, pero es desde donde podremos ver a los buitres y algún que otro grupo de piraguas haciendo la ruta de las hoces. Experiencia totalmente recomendable si quieres oir el batir de las alas de los buitres entre el silencio y quieres navegar entre paredes de más de 100 metros. Nosotros lo hicimos hace varios años y tenemos la intención de repetir el año que viene los cuatro. No tiene ningún peligro, por lo que es una excursión apta para cualquier edad. 

Si seguimos bajando hasta la ermita, nos encontraremos con un pequeño puente de no más de 3 ó 4 metros de largo. Este puente es el único acceso al conjunto monástico perteneciente al priorato de San Frutos y salva una enorme grieta conocida como La Cuchillada.

Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Justo antes de La Cuchillada

Según cuenta la leyenda, esta grieta fue hecha por un golpe que San Frutos dio en el suelo con su bastón al ver a unos cristianos que estaban siendo perseguidos por unos musulmanes. Con este golpe, consiguió salvar a los cristianos que pudieron refugiarse en la ermita junto con el santo.

Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Cruz de hierro forjado y espadaña de la ermita al fondo
Poco después de pasar el puente, a la izquierda de nuestro camino hacia la ermita, encontramos una enorme cruz de hierro forjado con 7 llaves grabadas que representan las 7 puertas de Sepúlveda y conmemora una peregrinación que tuvo lugar allá por 1900.

Finalmente llegamos al priorato de San Frutos. Una puerta ojival nos da la bienvenida y nos invita a pasar.

Nos adentramos hacia la Ermita por un pasillo flanqueado entre gruesos muros y unas escaleras que salen a nuestra derecha nos llevarán hasta la ermita. Esta ermita fue construida en el siglo XI sobre una iglesia visigótica del siglo VII, posteriormente en el siglo XII se añadieron nuevos absides y en el siglo XVIII se reformó el interior. Fue con la desamortización, cuando este conjunto quedó completamente abandonado. Junto a la ermita podemos adivinar donde se encontraban las dependencias de los monjes, con una escalera que daba directamente al atrio. Este conjunto también disponía de un gallinero, caballerizas y un pajar.

Hoy tuvimos suerte y la ermita estaba abierta, así que, por primera vez pudimos visitarla y ver el altar bajo el cual se encuentra la piedra cuadrada a la que debes de dar tres vueltas gateando para no padecer hernia. A este rito se le conoce como “pasar por la piedra del Santo”.

Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Detalle del interior de la ermita
Además de la leyenda de La Cuchillada que os he contado anteriormente, existe otra que cuentan los propios muros de la ermita sobre un marido celoso que arrojó a su mujer al precipicio, siendo esta salvada por San Frutos. "Aquí yace sepultada una mujer de su marido despeñada y no murió e hizo a esta casa limosna de sus bienes".

Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Frontal de la ermita de San Frutos
Atravesamos las ruinas del priorato y salimos por la zona posterior. Enfrente, encontraremos las tumbas de los Santos y una amplia zona de prado donde decidimos sentarnos un ratillo a descansar, beber un poquito de agua y tomar un tentempié antes de volver.

Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Panorámica desde donde hicimos el receso
Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Cruz de hierro forjado desde la entrada al conjunto monástico
La vuelta fue dura, los pequeños empezaban a acusar el cansancio y la cuesta arriba se les hizo imposible, así que no quedó más remedio que llevarles a caballito hasta el aparcamiento. Esto nos tomó algo más de los 20 o 25 minutos que habíamos tardado en bajar con tiempo para fotos incluido, pero mereció la pena. Además de lo que os he contado, pudimos ver multitud de buitres, muchos de ellos desde bastante cerca, lo que le añadió un punto de interés adicional. Una vez en el coche, no habíamos abandonado aun la carretera de arena y ya habían caído fritos los dos.

Ermita de San Frutos, Sepulveda, Segovia
Ventana que me hubiera gustado
llevarme para tener estas vistas cada
mañana.

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